Cuando se habla de que el rock es más que un estilo de música, varios salen en su defensa limitándolo a la estridencia de las guitarras, la fuerza de una batería o las melenas sacudiéndose en el escenario.
Cecilia fue una de las primeras grandes rockeras de Chile, su música probablemente iba por un carril distinto, pero su carácter, actitud e inequívoca personalidad transgresora para su época de gloria, la encumbran como una de las principales estrellas de tomo y lomo de nuestra historia musical, en tiempos donde el Rock estaba en sus primeros años de desarrollo a nivel mundial.
Sus atributos vocales, su performance, su expresiva forma de cantar historias de amor despechado, sumado a un especial carisma, la hizo llegar al éxito, y a legar una influencia infinita a los artistas chilenos que la sucedieron.
Post Golpe de Estado, Chile se sumió en un apagón cultural que hizo desaparecer a muchos artistas de las tablas, pero Cecilia, continuó cantando desde las tarimas subterráneas, convirtiéndose en un ícono que traspasó generaciones cuando en los noventa vuelve a relucir sus atavíos brillantes entre jóvenes que revalorizan su legado y la devuelven a su cetro de reina.
Nuestra reina, la que se atrevió a ser una diva bajo los haces de luz, en épocas complejas para una mujer que se salía de los estándares sociales. Supo de alegrías y tristezas, de aplausos y ninguneos, pero nunca bajó sus brazos ni cambió su forma de enfrentar la vida.